Ven. YO SOY.

Extiende tus brazos. Siente la suavidad de una pluma que te acaricia, que te mece, que te acuna. Ven, aquiétate dentro de MÍ, déjame que te mese los cabellos, que las puntas de mis dedos produzcan la magia de la sonrisa. Sábete protegido, querido, como cuando se acaricia a un niño que cree no poder encontrar solución a sus problemas. Mi manto te envuelve, presta atención. Allí donde tropiezas, allí estoy levantándote y curando tus heridas. Allí donde te asustas, allí estoy proporcionándote valor. Allí donde dudas, allí estoy dándote seguridad. Allí donde flaqueas, allí estoy estimulándote con fortaleza. Reconóceme como parte de ti y YO te aseguro que nunca más tendrás miedo. Vuélvete hacia MI, que estoy dentro de ti y podré llorar contigo, reír cuando tú lo haces y darte todo aquello que necesitas para que superes todo obstáculo que aparezca. Acude a MÍ, estoy deseando ayudarte. Me gustaría poder darte la oportunidad de mostrarte mi poder. YO SOY y sólo puedo actuar si tú me reconoces dentro de ti, pero no pienses que estoy solo, no, formo parte de UNO como YO, pero infinitamente más grande, en el cual y por el cual me muevo. Por favor, reúnete conmigo tan frecuentemente como puedas y deja que YO sea el consuelo que necesitas a cada instante. Muéstrame tus quejas y permite que sea YO el que ponga las palabras o los actos de ánimo. Llora en MÍ y seré YO quien sostenga el pañuelo que seque tus lágrimas. No lo dudes, ven, que ya hace tiempo que te espero. Tenemos una cita y el lugar es el SILENCIO, pero también, es la persona o grupo con quien tú te sientas acogido y donde tengas la libertad de expresar lo que te ocurre. Recuerda que allí también YO SOY. Te espero y te seguiré esperando por siempre con los brazos bien abiertos.

TE AMO